No seas soberbio, sé tolerante,
comprende los defectos de la gente,
no seas áspero ni displicente,
muéstrate como un espíritu elegante.
Hazles ver que tienes muy buen talante,
que no eres altivo ni intransigente,
ni tampoco pesado o impertinente
y que eres educado y muy galante.
Sobran los individuos vanidosos,
con un ego antipático e inflado,
que miran a todo el mundo de lado,
porque están de sí mismos orgullosos.
Tú sé buena persona, y lo serás
si ayudas con presteza a los demás.