Cualquier hombre o mujer que se suicida
la Iglesia nos dice que se condena,
y deberá sufrir tremenda pena
por una acción tan mala y desmedida.
Pero esta opinión ya está desmentida
y hoy ya no la tiene nadie por buena.
Para él, vivir era sufrir cadena,
y ya padeció su condena en vida.
El Maligno nos tiene odio profundo,
y el suicida es un engañado más
del perverso Príncipe de este mundo
al que la Iglesia llama Satanás.
Y aunque a los ufólogos no les guste,
ciertos “aliens” dicen el mismo embuste.