Mi cuerpo está dormido y medio muerto,
los años lo han lo ha doblado poco a poco,
pero mi cerebro no sufre sofoco,
y se halla cada día más despierto.
Yo cultivo mis flores y mi huerto
muy apartado de este mundo loco,
y las nuevas que llegan, las enfoco
con gran paz, y en sonetos las convierto.
Para mí ver florecer un rosal,
o los gorjeos locos de un jilguero,
los veo como algo más esencial
que lo que diga un político embustero.
Por eso, con nadie me cambiaría
porque me ha tocado lotería.