“Nunca hagas trampas a nadie, y ayuda”.
Si en tu vida le dieses cumplimiento
a este tan noble y simple pensamiento,
agradarías mucho a Dios, sin duda.
Esta idea parece simple y ruda,
pero en verdad cumple ciento por ciento
lo que nos manda el mayor mandamiento,
y fortalece nuestra fe desnuda. .
El cristianismo nos exige amar,
pero eso es solo un pensamiento puro
que todos tenemos que concretar
ayudando a aquel que esté en un apuro.
Amar al prójimo como a tí mismo
es lo que nos exige el cristianismo.