¿Para qué vale el solemne Senado,
y para qué la propia Constitución,
si de cualquier gobernante bribón
un dcreto-ley los deja de lado?
¿Y para qué un Congreso tan poblado
de tanto politiquín segundón,
y tanto tribual en recesión
si el Gobierno los ha fagocitado?
Nuestra democracia es ya una comedia
y un muy mal representado sainete
que está cogiendo tufo de retrete
y quiera Dios que no acabe en tragedia.
Los que están ahora en la gobernación
son enemigos de nuestra nación.