Jesús Gil cometió muchos abusos
con solares y casas en Marbella
y aunque es cierto que la dejó más bella
la hizo refugio de mafiosos rusos.
El juez Carlos Dívar le dio otros usos,
pues la convirtió en su destino estrella
y algún audaz le puso una querella
lo cual nos tiene a todos muy confusos.
Tiene fama de ser piadoso Dívar
y le van a hacer falta muchas preces
para que lo que antaño fue su almíbar,
(que según voz común gozó con creces),
no se convierta en fin en cruel acíbar
por alguna condena de los jueces.
La querella al fin será un papelucho
pues los de las puñetas se aman mucho.