Cuando a presidente el Sánchez llegó,
los viejos recordamos al momento
a tanta iglesia y a tanto convento
que el Partido Socialista quemó.
Ahora han comenzado con Vall de Uixó,
tumbando una humilde cruz monumento,
porque un socialista ayuntamiento
dictatorialmente así lo ordenó.
El odio de la izquierda a lo religioso,
y su dieciochesco anticlericalismo,
es muy clara muestra de un fanatismo
retrasado, paletoide y casposo.
Pero, ¡mucho ojo, iglesias y conventos!
porque entonces se quemaron doscientos.