La estatua con pies de barro de la economía
se ha venido abajo muy estrepitosamente,
dejando en triste miseria a muchísima gente
que nunca había pensado que esto le pasaría.
Al ver tanta desgracia, cualquiera pensaría
que alguna gran catástrofe sucedió de repente,
pero viendo los hechos que tenemos enfrente
ninguno de ellos tal cataclismo merecía.
Este derrumbe súbito no es nada natural
y se ve a todas luces que es muy artificial.
Los ocultos grandes señores de las finanzas,
que además de ser ricos son también muy canallas
organizan entre ellos muy feroces batallas
y hacen a todos víctimas de sus asechanzas.