Salvador Freixedo

Los cincuenta sinvergüenzas señores
de las tarjetas de Caja Madrid,
se conocían muy bien el ardid
para estafar a los ahorradores.

En aquella tropa del malhechores
todo el mundo se sentía feliz,
porque seguían una directriz
que les señalaban los directores.

Había profesores y banqueros
y eran simpáticos y conocidos,
los había de todos los partidos

y parecían ciudadanos enteros;
pero tenían almas de bandidos
y eran aprovechados y rateros.

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