Salvador Freixedo

Desde hace varios meses los siervos de Mammon nos vuelven locos todos los días con los mercados. Que si se retraen, que si no invierten, que si sube la prima de riesgo o si baja las sub prime, o si apestan los bonos basura o si doña Ángela da o no da los eurobonos. Total, escatología crematística en plena fermentación.

¿Quién mueve los hilos?

Los banqueros, financieros y economistas siguen ciegamente lo que aprendieron en la universidad y la verdad es que están los pobres más perdidos que un topo en la ópera. El caos financiero de la actualidad sigue unas normas que no se enseñan en las universidades aunque hace muchos años que están escritas. El caos financiero obedece a una estrategia que está por encima del materialismo ciego, crudo y rastrero que practican los esclavos de Mammon. El caos financiero tiene otras causas y otros fines que los que dicen los manuales. Estas causas y estos fines son tan extraños y tan diferentes de la grosera materialidad y codicia de los financieros, que cuando a éstos se les dice la realidad, se niegan rotundamente a admitirla.

¿Qué es lo que se esconde detrás eso que se llama “mercados”? Dejándonos de rodeos, lo que se esconde es una ingente cantidad de dinero en poder de alrededor de un centenar de individuos que se parapetan detrás de firmas, compañías, “trusts”, familias y sociedades comerciales y financieras. Y al decir ingente cantidad de dinero me estoy refiriendo a mares de dinero, a cifras superiores a los PIBS de la mayoría de los países y por lo tanto capaces de hacer tambalear la economía de la mayoría de las naciones del mundo, como de hecho ha sucedido ya en repetidas ocasiones y vemos que está ocurriendo en la actualidad de una manera más descarada.

Esta ingente cantidad de dinero se viene almacenando desde hace un siglo y para ello se han usado las estratagemas diseñadas entre finales del siglo XIX y principios del XX. Los que controlan este mar de dinero, sin dejar de estar atentos a sus intereses, han permitido que a lo largo de todos estos años los economistas y financieros se diviertan jugando a diario en las bolsas su monipodio, acumulando sus pequeñas ganancias. Pero cada cierto tiempo ellos han dado un golpe en la mesa para decirles a los todos quién es el que manda. Y en la actualidad, ante la confusión general, permiten con una sonrisa de lástima que los expertos financieros monten cada mañana el consabido guirigay sobre los mercados y discutan acaloradamente en todas las radios y televisiones del mundo si el Íbex va o viene o si algún inversor ha logrado por fin preñar a la prima de riesgo.

Esos señores que están detrás de “los mercados” son los dueños de las multinacionales dedicadas a la fabricación de armas, medicinas, industria petrolera y grupo selectísimo de bancos y “trusts” financieros. A estas cuatro macroindustrias y actividades (propiedad de un reducido número de familias) hay que añadir el control de las drogas a nivel mundial, que aunque la masa ingenua no acabe de creerlo, está por completo en manos de estas mismas honorabilísimas familias. Familias que a su vez están representadas o presentes en los gobiernos más poderosos del planeta.

Por años, mientras se gestaba este estado de cosas, los dueños de los mercados han dejado hacer, pero últimamente les ha entrado prisa por culminar la faena. Y ¿qué es lo que quieren? Quieren ni más ni menos que dominar el mundo. Quieren que las autoridades nacionales vayan desapareciendo y cediendo todo su poder en manos de un gobierno central. La creación de la ONU hace años, la moneda única europea, los diversos tratados de libre comercio, la quiebra de unos cuantos estados en la actualidad, son pasos que se han ido dando en esa dirección.

Y, ¿por qué los multimillonarios dueños de estas industrias tienen la osadía de querer dominar el mundo? Pues porque estos señores –cuyos apellidos son de todos conocidos- pertenecen a una especie de hombres envenenados, y más que envenenados, esclavizados. Tienen una mente esclavizada, poseída, y sin embargo se sienten superiores a las masas y las desprecian. Y en este punto es donde mi manera de enfocar el problema de los mercados se aparta más radicalmente de la algarabía de los “expertos” que cada día parlotean acaloradamente por qué la prima no acaba de dar a luz y por qué las Bolsas dan tan mal olor. Los dignísimos banqueros, políticos e industriales, siguen buscando causas completamente materiales y humanas mientras que yo hago intervenir a otras fuerzas ya no tan materiales y terrenas. Los personajes a los que nos estamos refiriendo, consciente o inconscientemente obedecen órdenes de otros personajes más tenebrosos que ya no gustan de mostrarse en público y que hasta lo rehuyen totalmente. Y tienen muchas razones para ello.

El dominio del mundo no es la única intención de este contubernio. La drástica reducción de los habitantes del planeta es otra de sus metas. En el mundo entero lo están logrando mediante la aprobación de la ley del aborto y en África se han valido del hambre, del sida, de la malaria y de otras enfermedades que muy fácilmente podrían ser evitadas. Es cierto que el número de humanos sigue creciendo, pero la proporción de nacimientos por habitante está comenzando a decrecer rápidamente. En pocos años Europa apenas tendrá población autóctona.

Estos individuos esquivos que no se dejan ver y que se esconden tras la necia palabra “mercados”, son los verdaderos dueños del mundo, pero lo tremendo es que no solo poseen las haciendas de los pueblos sino que poco a poco se han ido haciendo los dueños de sus inteligencias, de sus conciencias y de sus almas.

Pero este es otro tema que merece ser tratado con más calma y del que no quieren oír hablar los “expertos”.

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