Nos roba el Estado sin compasión
todo lo que nosotros trabajamos,
y también nos roba de lo que ahorramos
aunque de ello nunca pide perdón.
Tomemos pues la justa decisión
de liberarnos de estos crueles amos,
escondiendo todo lo que ganamos
en algún inaccesible rincón.
El dinero lo roban los políticos
para sus privilegios y sus vicios
y al pueblo le brindan unos servicios
muy tardíos, malos y raquíticos.
Dice el refrán que el que roba aun ladrón
tiene muchísimos años de perdón.