Salvador Freixedo

Aunque lo anuncien en televisión
como regalo para tu hijo o hija,
no se te ocurra darles una ouija
pues puede ser para ellos perdición.

Parece una inocente diversión,
pero es también una sutil rendija
por la que se colará de forma fija
algún espíritu en la habitación.

La ouija ha acarreado maldiciones
para los que de ella estaban pendientes,
y ha causado muy grandes obsesiones

sobre todo entre los adolescentes.
Y más de uno de los que la han usado
se ha vuelto loco, o se ha suicidado.

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