Perico quería ser presidente
y ya se veía de España dueño.
Para lograrlo puso tanto empeño,
que a veces se mostró algo imprudente.
Pero una Susanita impertinente
en secreto tenía el mismo sueño,
y a su abundante rebaño sureño
lo puso en marcha y se lo puso enfrente.
Los barones seguían presionando,
pero Perico se les resistía
porque lo que él en su mente tenía
era que, de morir, morir matando.
Y así resistió hasta el último día
dejando al pobre PSOE agonizando.