¡Pobre niño sirio, ahogado en la playa,
amortajado de espuma y arena,
cómo se inunda mi alma de pena,
y al verte allí mi corazón desmaya!
Viéndote tan inmóvil, mi ira estalla
ante una sociedad tan cruel y obscena,
que no reacciona y hasta da por buena
tanta guerra genocida y canalla.
¡Pobre niño! Te acarician las olas,
y tu afligida madre, a esta hora,
en cualquier esquina de su exilio, a solas,
acordándose de su pequeño, llora.
¡Pobre niñito en la playa tumbado,
esta loca humanidad te ha matado!