Amontonar ladrillos fue un fatal disparate
como hacer hipotecas locas y sin sentido;
los bancos animaban y nos lo han permitido
sabiendo que todo era despilfarro y dislate.
De pronto los mercados nos dieron un gran cate
cuando vieron muy claro que todo estaba hundido.
Y ahora nuestro gobierno se calla y no ha querido
que a este triste naufragio se le llamase rescate.
Esto no es un rescate; ese montón de pelas
es un “préstamo amigo” que nos hace Bruselas.
Pero aunque ahora nos vemos en situación tan fea
nuestros euros aún siguen tan valiosos y lindos.
(Eso dicen a coro la Soraya y el Guindos,
aunque muy tristemente casi nadie lo crea).