Ser religioso no es ser un fanático,
ni ser un retrasado o un simplón,
ni un meapilas algo tontorrón
seguidor de un viejo dogma selvático.
Se puede ser religioso y simpático
y se puede también ser campeón
en cualquier ejercicio o profesión
y hasta brillar en el mundo mediático.
La persona que es poco religiosa
tiene en su mente mucha telaraña,
y pierde su tiempo con cualquier cosa,
con la que el loco mundo nos engaña.
El ser religioso es sencillamente
tener a Dios Padre siempre presente.