Si hoy hay alguien que aspire a presidente
o a ser ministro o a algún alto cargo,
o es idiota o vive en un letargo
y su cabezota es la de un demente.
Porque en estos tiempos hay mucha gente
que a cualquier ley se la pasa de largo,
y ser autoridad es muy amargo
pues abunda el loco y el delincuente.
Pero tener un gran cargo es un hechizo
para cualquier persona vanidosa
porque además de un retiro macizo
hace de ella una persona famosa
y la pone en la compañía gloriosa
de tantísimo político chorizo.