Steve Jobs fue un gran inventor y triunfó
y llegó a ser un hombre muy famoso,
pero igual que cualquier menesteroso
cuando le tocó el turno, se murió.
Entones fue cuando él descubrió
que el triunfar en la vida es engañoso,
pues cuando se marchó, muy pesaroso
nada de sus triunfos con él llevó.
Las computadoras de su invención
nos son de gran ayuda por acá,
pero al morirse, vio con aflicción
que no tienen uso en el “Más allá”.
El haber en este mundo triunfado
no sirve de nada en el otro lado.