Salvador Freixedo

Toxo y Cándido, qué grandes vividores
gracias a tantos inútiles cursos,
tan bien dotados con gruesos recursos
que ellos regalan a sus seguidores.

Sin vergüenzas ni miedo, estos señores,
en cien mil sucias trápalas incursos,
nos endilgan sus cínicos discursos
para engañar a los trabajadores.

Este par de aguzados proletarios
se permiten lujos de millonarios.
El Toxo en aspecto no es nada rudo

y hasta tiene pinta de señorón.
Por el contrario, Cándido el barbudo
se parece a un hombre de Cromañón.

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