Un ateo es ciego de nacimiento
y también es algo bobalicón,
porque para él toda la creación
no le sugiere ningún pensamiento.
El pobre carece de sentimiento,
pasa la vida como un tontorrón,
y en sus ideas no tiene razón
pues son muy vanas y sin fundamento.
La mente de un ateo está en la infancia
pues aprecia cosas sin importancia,
y a los que creen en el Más Allá
les habla con desprecio y arrogancia.
Dios Nuestro Señor les perdonará
su estúpida soberbia y su ignorancia.