Veo muy bien a una mujer letrada,
y aún me gusta más, verla de doctora,
o de arquitecta o de legisladora,
o ejerciendo de jueza o de abogada.
También lo hace muy bien si es diputada,
u ocupando un sillón de senadora,
o si es en una empresa directora,
y ante un varón no desmerece nada.
No hay carrera que en nuestra sociedad
una mujer no la pueda ejercer,
pues por voluntad de Dios, la mujer
iguala al varón en capacidad.
Pero no hay título que mejor le cuadre
que el sacrosanto título de Madre.