Yo repito un mantram que es muy humano:
es solamente la palabra GRACIAS,
pues Tú, Señor, de todo bien me sacias
a pesar de que soy un mal cristiano.
Tú me tienes siempre bajo tu mano,
Tú me has librado de tantas desgracias,
Tú eres paciente con mis contumacias,
y estás a mi lado como un hermano.
Por lo tanto, yo me siento obligado
a repetir gracias todos los días,
pues a cada segundo Tú me envías
luz y fuerzas a mi cuerpo cansado.
No hagas caso a mis muchas naderías
y a pesar de ellas, consérvame a tu lado.