Los progres no quieren el crucifijo;
les molesta ver a Cristo clavado,
y aunque Él por ellos se ha sacrificado,
no quieren nada con Dios ni con su Hijo.
El pensamiento progre es muy canijo,
es ateo, paleto y atrasado,
y en cuestión de moral, desaforado
pues tiene la mente llena de rijo.
No quieren ver crucifijo en la escuela
para no ofender a los mahometanos,
y en cambio ellos, sin ninguna cautela,
le cortan la cabeza a los cristianos.
Tanta discreción y delicadeza
es una necedad y una simpleza.