Los accionistas de grandes compañías,
muchos de ellos con dineros mal ganados,
como de plata no están necesitados,
tienen con frecuencia grandes cacerías.
Para cazar utilizan sus jaurías,
pero son tan bárbaros y desalmados
que abandonan a los galgos, ahorcados,
al terminar sus francachelas y orgías.
Estos señores de vetustos linajes,
muchos de ellos con tremendos apellidos,
son una casta de ricos forajidos
que además de ser ricos son muy salvajes.
¡Ya quisieran estos cretinos hidalgos
poseer muchas virtudes de los galgos!