Alfonso Guerra, el capitán araña,
iba a defender la constitución,
pero se nos achantó el cobardón
y dejó que le metieran guadaña.
No vemos en su vida ni una hazaña
pues fue siempre escondido segundón,
y dejó que se le cayera el calzón
traicionando a sus votantes y a España.
Su lenguaje a veces era de golfo
sobre todo cuando insultaba a Adolfo.
Mas cesaron sus insultos y gritos
y pudimos ver su talla de enano,
cuando aparecieron los cafelitos
que a la sombra suya daba “Mienmano”.