Ahora es ya casi pública opinión
el decir que la homosexualidad
no se puede llamar enfermedad
pues es solo una diferente opción.
Quitarle el nombre fue una decisión
que contiene solo algo de verdad,
pero en el fondo es una falsedad
porque es una muy triste aberración.
Pero nunca debemos confundir
esta chocante tendencia anormal
con la persona del homosexual
hacia el que deberíamos sentir
el respeto y amor que un buen cristiano
le debe siempre a cualquier ser humano.