Salvador Freixedo

Aunque se llama sor Aya, no es monja,
y se dice que se lleva muy mal
con su conmilitante Cospedal
con la que compite como en la lonja.

Ellas no se hacen ninguna lisonja
pues tienen una batalla campal;
las dos se exprimen con fiereza igual
como si ambas fueran una toronja.

Mariano les permite competir
y prosigue con su boca cerrada.
Él siempre prefiere no intervenir

porque su política es no hacer nada.
A Mariano lo aman los hacendados,
pero lo odian las colas de parados.

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