El lujo es “vanidad de vanidades”
y en fin de cuentas ”todo vanidad”,
pues lo que quiere el lujo de verdad
es encubrir nuestras calamidades.
Ostentar lujo ante las amistades
es demostrar una gran vaciedad
y es tener idea de la amistad
como un recurso en las necesidades.
El lujo es propio de fanfarrones
y de nuevos ricos acomplejados
que piensan que serán más respetados
si hacen gala de muchas posesiones.
Dice el refrán: “La mona igual se queda
por mucho que se revista de seda”.