El Kichi es un chulo que castiga,
y a la argéntea tacita gaditana
él la rige como le da la gana
porque la ley le importa media higa.
No le preocupa que Teófila maldiga,
porque ya no es allí la capitana;
ahora es tan solo una pobre paisana
y sus protestas son pura boñiga.
A don Juan Carlos, Kichi el justiciero,
anteayer lo arrumbó para el trastero,
y según dicen, en la próxima criba,
echando mano de cualquier pretexto,
al retrato de don Felipe Sexto
lo colgará en los plenos, boca arriba.