La Academia cuida de la palabra
y en el lenguaje nos sirve de guía,
pero el verbo, en la tertulia macabra,
ya no es palabra, es palabrería.
Allí lo manosean con porfía,
con él la pública opinión se labra,
y la disputa es un abracadabra
y una necia e insensata algarabía.
El Verbo existe en Dios. Dios no lo crea,
pero mucho político protervo
crea un humano y mentiroso verbo,
que en realidad es solo verborrea.
Yo veo un poco vaga a la Academia
ante tanto anglicismo, que es blasfemia.