La Iglesia al sexo lo ve algo fatal
pero es un juicio muy equivocado,
porque parece que ya se ha olvidado
que nacemos por un acto sexual.
El sexo es el azúcar y la sal
entre tanto trabajo y enfado,
y solo puede llegar a pecado
cuando con él se hace a alguien un mal.
Pero el sexo es igual que la bebida;
una copa durante la comida
es apetitosa y muy agradable,
mas si bebes de forma irrazonable
puedes llegar a destrozar tu vida
y hacer de ti un borracho despreciable.