Una mafia de viles aborteros
vende partes de niños abortados,
y un periodista de los no entregados
denunció a estos viles carniceros.
Los mafiosos anduvieron ligeros
pues temían mucho ser condenados,
y contrataron caros abogados
porque el Estado les da mil dineros.
Un corrupto y abyecto tribunal
le echó una gran multa al denunciador,
e inicuamente absolvió al agresor
a sabiendas de que era criminal.
En los soberbios Estados Unidos
también hay jueces y médicos podridos