Morir no es acabar; fallecer es seguir,
es dar un paso alante y pasar por la puerta
que mientras vivimos está siempre entreabierta
para el momento exacto en que haya que partir.
Cuando por fin nos llegue la hora de salir,
hay que estar preparado, con la mente despierta,
pues con tantos conflictos está ya casi muerta
porque muchos engaños la quieren divertir.
Morir es el momento de la gran realidad,
él es el que merece nuestro mayor empeño,
pues lo que ahora vives es solamente un sueño
y tras de aquella puerta verás con claridad
que en este loco mundo, de nada fuiste dueño:
Allí te está esperando tu Dueño de verdad.