“Quedé embarazada sin darme cuenta”.
Así mismo fue la respuesta pronta
de aquella chica tan guapa y tan tonta
que tenía demasiada pimienta.
Su decencia la había puesto en venta
pues a ella le encantaba la remonta,
y en su cabeza tenía la impronta
que a muchos deja una tele mugrienta.
Y es que tras ver tanta televisión
la pobre estaba ya tan atontada
que ignoraba que tras un revolcón
cualquier mujer puede quedar preñada.
Pero eso ahora ya no es ningún reto,
pues la ley la ampara si mata al feto.