Salvador Freixedo

Al caer de la tarde escucho las campanas
y una tremenda angustia me aprieta el corazón,
pues desde muy profundo me brota la emoción
que duerme en mi memoria desde épocas lejanas.

He gastado mis fuerzas en tantas cosas vanas,
me ha robado mi tiempo tanta loca ilusión,
que ahora estoy obligado, a suplicar perdón
por lo que he derrochado en cosas tan livianas.

No me tienta el orgullo, hoy de nada presumo;
si algo hice algún día, el tiempo lo hizo trizas,
mis libros y aventuras se han convertido en humo,

y cuando Dios lo quiera, solo seré cenizas.
Por eso, una vez muerto, que me hagan lo que quieran,
porque en el otro lado mis amigos me esperan.

Más sonetos de Salvador Freixedo

LOS MERCADOS

Desde hace varios meses los siervos de Mammon nos vuelven locos todos los días con los mercados. Que si se retraen, que si no invierten,

SUICIDIO DE OCCIDENTE

Occidente todo lo toma a broma,para él lo importante son las finanzas,los espectáculos, el cine y las danzaspero los espíritus están en coma. Muy en