Pasamos la vida como durmientes
por mil pequeñeces entretenidos,
y la muerte nos sorprende aturdidos
pues muy poco en ella paramos mientes.
Entonces preguntamos impacientes
cuál será el mundo de los fallecidos,
si están allá nuestros seres queridos,
los viejos amigos y los parientes.
Del Más Allá muy poco es lo que sé,
lo que conozco es solo por la fe.
Pero es una fe basada en señales
que con frecuencia uno ha experimentado;
nos las envían los seres celestiales
que nos contemplan desde el otro lado.